Terremotos y huracanes han marcado de forma dramática este mes de septiembre de 2017 que dejamos atrás. Muchos me habéis preguntado si había alguna explicación astrológica para estos fenómenos, y aquí la tenéis.

En México se produjeron dos potentes terremotos el día 7 y el 19, justo en Luna Llena el primero y horas antes de la Luna Nueva el segundo, precisamente el que produjo mayor devastación. Hubo unos cuantos terremotos más en otros lugares.

Además, había dos interesantes peculiaridades: la primera, que se trataba de las primeras lunaciones tras el Gran Eclipse Americano como algunos denominaron al Eclipse Total de Sol que atravesó América de oeste a este el día 21 de agosto. La segunda particularidad es que estas lunaciones coincidieron con una actividad solar inusitada, las mayores explosiones solares de la última década. Se produjo así un efecto multiplicador entre las lunaciones y la actividad solar.

Esto es lo que explica también los devastadores huracanes que asolaron gran parte del Caribe y del suroeste de los EE.UU., también durante esa primera quincena de septiembre.

 

En mayo de 2011 publiqué en la revista Tu Suerte el siguiente artículo:

Los mayores terremotos de todos los tiempos y el efecto Luna

El gran terremoto de Japón del pasado 11 de marzo, su posterior tsunami y catástrofe nuclear han generado todo tipo de estudios, algunos de ellos destinados a estudiar qué es lo que produce los terremotos o cuándo y dónde se van a producir.

En más de una ocasión, hemos comentado que la Astrología no tiene explicación para todo, obviamente; no hay ningún conocimiento que sea una panacea o que dé respuesta a todas las incógnitas del ser humano. No obstante, puede aportar un poco de luz y ayudarnos a entender algo más sobre esta cuestión concreta de los terremotos.

Son muchos los científicos que, al ser preguntados sobre los efectos de la Luna han dicho que no tiene ninguna relación con los terremotos, que las lunas nuevas o llenas únicamente aumentan un poco más la atracción gravitacional, pero nada más.

Sin embargo, como ya demostré en El Gran Libro de la Luna (Madrid, 1999, editorial Martínez Roca, páginas de la 200 a la 202) muchos de los mayores terremotos de la historia se han producido con la Luna Nueva o Luna Llena. Y eso no puede ser casualidad.

A principios de febrero de 1998 un fuerte terremoto devastó el noreste de Afganistán, causando unos 4.000 muertos. El desastre coincidió con el cambio de fase lunar a cuarto creciente. Me sorprendió, porque la mayor parte de los grandes desastres naturales coinciden con Luna Nueva o Luna Llena. Así que decidí estudiar la lista que salió en los medios con los ocho peores terremotos de los últimos 25 años (que publiqué al año siguiente en el citado libro).

Y ¡bingo!: el resultado era inapelable: seis de ellos ocurrieron en fase de Luna Nueva y los otros dos en fase de Luna Llena. Ninguno de ellos en cuarto creciente o menguante.  Sí, la lista era corta, pero supuso un buen principio.

Es evidente que la Tierra está sometida a poderosísimos influjos solares y lunares. Aunque los científicos no los acaben de entender o de poder explicar completamente, no significa que no existan. Ya se podrán explicar en el futuro, sin duda.

Además del influjo lunar, actualmente la magnetosfera terrestre atraviesa una etapa de mínimos, por lo que estamos más expuestos a los rayos cósmicos y por lo que el plasma solar nos golpea con más fuerza de la habitual. Eso produce alteraciones en la atmósfera, el clima y el manto terrestre. Algunos de esos fenómenos pueden hacerse más evidentes cuando hay luna nueva o luna llena, debido al poderoso efecto lumínico y gravitacional que ejerce nuestro satélite, con sus consiguientes mareas oceánicas, terrestres o biológicas.

A raíz del terremoto de Japón ha circulado mucho una lista con los mayores terremotos de la historia, incluyendo aquel. La examinamos también. ¿Cuál creen que será el resultado?

La lista es la siguiente:

26 de enero de 1700. Un terremoto de 9 grados en la escala Richter en la región de Cascadia, entre Canadá y EE.UU. generó un tsunami que alcanzó hasta las costas de Japón.

13 de agosto de 1868, Arequipa, Perú. Tembló la tierra hasta no dejar prácticamente una sola edificación que no tuviera grietas o destrozos.

31 de enero de 1906. Un seísmo de 8,8 grados sacudió la costa de Ecuador y Colombia y se llegó a sentir a lo largo de la costa de Centroamérica hasta San Francisco (EE UU).

15 de agosto 1950, Tibet (China-India).  Terremoto de 8,6 grados que causó 1.530 muertos y destruyó 2.000 casas, templos y mezquitas.

4 de noviembre de 1952, Kamchatka, URSS. Terremoto de 9 grados en la escala Richter y posteriores tsunamis que alcanzaron Hawaii, Japón, Alaska, Chile y Nueva Zelanda.

22 de mayo de 1960, Valdivia, Chile. Una cadena de terremotos, equivalente a 9,5 en la escala Richter arrasó varios pueblos costeros del sur de Chile, causando más de 1.600 muertos y 3.000 heridos. Cerca de 2 millones de personas se quedaron sin casa. El tsunami posterior causó víctimas  en Hawaii y en Japón.

27 de marzo de 1964, Alaska.  Terremoto de 9,2 grados y una ola gigante levantó el terreno varios metros.

26 de diciembre de 2004, Sumatra-Andamán. Luna Llena, y se produce el primer gran tsunami del siglo XXI, uno de los más devastadores de la historia conocida, que ha asolado la costa de varios países (Sri Lanka, India, Tailandia, Maldivas, Malasia e Indonesia) y ha dejado 225.000 muertos. A las 07:58 hora local un terremoto en el norte de Sumatra, de 8,9 grados de intensidad en la escala Richter, el mayor en los últimos 40 años en el sur de Asia, generó una cadena mortal de maremotos.

27 febrero de 2010, Chile. Según la NASA, el seísmo movió el eje de la Tierra, acortó la duración de los días en 1,26 microsegundos y desplazó tres metros hacia el oeste la ciudad de Concepción; Talca, en dos metros y la capital Santiago, en medio metro.

11 de marzo de 2011, Sendai, Japón. Se produce el quinto terremoto más importante de la historia desde que se tienen registros científicos. Posterior tsunami y catástrofe nuclear lo convierten en uno de los más dantescos de la historia.

De estos nueve terremotos, siete se produjeron en fase de Luna Nueva o Luna Llena, dos de ellos incluso el mismo día de la Luna Llena (el de Alaska y el de Sumatra) y uno un solo día antes de la Luna Llena. Las únicas excepciones son el de Valdivia y el de Arequipa.

Otra vez, una correlación que parece evidente. Además, a la luz de estas cortas estadísticas, la fase de Luna Nueva parece tener una relación aún mayor con los terremotos que la fase de Luna Llena.

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